Desafíos en la prevención de la violencia y el acoso escolar

En las últimas décadas, la violencia y el acoso escolar se han convertido en problemáticas significativas dentro de las aulas y comunidades educativas de Chile. Este fenómeno afecta profundamente el bienestar y desarrollo de niños, niñas y adolescentes, dejando secuelas emocionales, sociales y académicas que pueden marcar su futuro.

La preocupación por este tema ha aumentado, ya que las víctimas de violencia escolar suelen presentar dificultades en su desarrollo personal y académico, lo que convierte la creación de ambientes seguros y libres de acoso en una prioridad para el sistema educativo.

Avances y desafíos en la convivencia escolar

Daniela Muñoz Iubini, directora Diplomado en Neurociencia y Gestión Pedagógica de la Convivencia Escolar, programa de Postgrados de la USS resalta los avances realizados en los últimos años en cuanto a la prevención y tratamiento de la violencia escolar.

No obstante, también enfatiza que los desafíos continúan siendo grandes.

Según Muñoz, una de las acciones clave fue la promulgación de la Ley 20536 de Violencia Escolar en 2011, que obligó a los establecimientos educativos a garantizar un ambiente libre de violencia y acoso. Esta legislación marcó un punto de inflexión, impulsando la creación de programas y protocolos de convivencia escolar en diversas instituciones del país.

La importancia de una nueva cultura escolar

Uno de los principales desafíos, según la experta, es el cambio cultural necesario dentro de las comunidades educativas.

Este cambio implica replantear las formas tradicionales de interpretación y respuesta frente a situaciones de violencia que, históricamente, han sido normalizadas.

Muñoz señala que, aunque la capacitación de docentes y equipos directivos es crucial, también es indispensable involucrar a las familias y a todos los miembros de la comunidad educativa en este proceso de transformación.

“El cambio de paradigma que buscamos es complejo, ya que requiere modificar valores, creencias y normas profundamente arraigadas”, afirma.

Resistencia al cambio: un reto generacional

Uno de los mayores obstáculos para implementar cambios efectivos en la convivencia escolar es la “resistencia al cambio”, que se ve reflejada en las diferencias generacionales dentro de los establecimientos.

La implementación de una nueva cultura de convivencia y resolución pacífica de conflictos puede encontrar barreras significativas debido a estas diferencias en el enfoque y la comprensión de la disciplina y la educación.

Daniela Muñoz docente Postgradps USS

 

A pesar de estas dificultades, Muñoz resalta que un liderazgo claro y comprometido en cada establecimiento es fundamental.

Es necesario que los directores y responsables de los centros educativos comprendan que los cambios son graduales y profundos, y que requieren un esfuerzo colectivo.

La importancia de la educación socioemocional

Muñoz también destaca la necesidad de priorizar la “educación socioemocional” como parte de los programas de estudio, ya que muchas veces no se encuentran suficientemente integrados en los planes de formación pedagógica.

El desarrollo de habilidades como la comunicación efectiva, la disciplina positiva y la resolución pacífica de conflictos son fundamentales para generar un ambiente escolar seguro y libre de violencia.

“Es fundamental que los futuros docentes se apropien de estos temas y los incorporen en su práctica educativa”, afirma.

Según Muñoz, los programas de pedagogía deben actualizar sus planes de estudio para abordar de manera integral estos temas.

El papel crucial de la formación docente en la convivencia escolar

Para lograr que los colegios se conviertan en comunidades seguras y respetuosas, es crucial que los docentes estén bien preparados en temas relacionados con la convivencia escolar.

La capacitación constante en neurociencia, manejo emocional y gestión de conflictos ayudará a los educadores a enfrentar los desafíos diarios dentro del aula.

La formación docente en estos temas no solo beneficia a los estudiantes, sino que también contribuye a crear una sociedad más sana y respetuosa. En este sentido, la educación debe ser vista como una herramienta de transformación social.