Manejo de ansiedad y tolerancia a la frustración son clave al emprender

El margen de ganancia depende, en gran medida, del valor agregado que se le aporte al producto ofrecido por el emprendedor.

Pérdidas del empleo o rebajas en los salarios han empujado a muchos chilenos a emprender un negocio durante estos meses. Para algunos puede ser un segundo o tercer intento, mientras que otros recién incursionan en este ámbito. Para todos, el gran riesgo es que la ansiedad los haga desertar antes de tiempo.

“En estos periodos de crisis, surgen muchos emprendimientos por necesidad, porque se perdió el trabajo o se tuvieron que suspender las acciones normales del negocio existente. Por tanto, estos emprendimientos buscan un retorno rápido, que entregue recursos prontamente para que cumpla su objetivo de proveer recursos”, dice Karin Bravo, directora de Postgrados y Desarrollo Profesional de la Universidad San Sebastián.

Lamentablemente la realidad a veces es más dura. “Existen emprendimientos que requieren meses para entregar resultados positivos, pueden ser tres e incluso seis meses, en que la primera etapa se requiere contar con un capital de trabajo importante para comenzar el negocio, por ejemplo, compra de mercaderías, materiales, pago de sueldos, entre los más relevantes”. La experta agrega que otros proyectos de mayor envergadura deben esperar incluso un año o más para que se cumpla todo un ciclo de estacionalidad de las ventas.

Ganancias

Frente a las necesidades, las expectativas de ganancias suelen ser altas. Karin Bravo dice que “técnicamente hay que distinguir dos tipos de margen: el margen bruto, que sólo descuenta los costos de venta o desembolsos más directos del producto o servicio y el margen neto que corresponde al beneficio más limpio que recibe el dueño, descontados todos los costos de financiamiento e impuestos que debe pagar la empresa. Mientras más valor agregado se puede entregar en un emprendimiento, mayor es el margen bruto que se puede obtener. Por ejemplo, si el emprendimiento solo tiene que ver con comercialización de un producto, es decir, comprar y revender, es poco el margen que se puede obtener, porque suele existir mucha competencia y no se logra más de un 30%”.

Esa es la realidad que viven muchos emprendimientos que ofrecen productos a través de redes sociales. Distinto es aportar valor a la oferta. “Si el producto considera gran valor agregado, como confección de vestuario, elaboración de alimentos o similares, el margen puede aumentar, porque se agrega el factor de diferenciación, que igualmente se cobra en el precio”, dice Karin Bravo.

En ambos casos, uno de los desafíos es enfrentar la ansiedad. Felipe Parra, académico de la Facultad de Psicología de la USS, comenta que en un escenario normal existen factores estresantes propios del desarrollo de un negocio que pueden provocar ansiedad. “Esto puede verse acrecentado por las características del emprendedor como ser muy autoexigente, ser una persona que busca mantener el control, que le cuesta manejar la incertidumbre o que posee altas expectativas de logro, que son las expectativas entendidas como una creencia sobre lo que ocurrirá en el futuro, la cual puede ser realista o no”, dice.

“Hoy, ante lo que enfrentamos como sociedad, es totalmente comprensible que la situación se vea agudizada debido a la incertidumbre económica y sanitaria, al tecnoestrés que nos invade y la abundancia de datos, que nos llegan a través de teléfonos, noticieros, radio, entre otros”.

Entre las medidas para abordar esta realidad, aconseja primero saber que existen ámbitos del desarrollo del negocio que se podrán controlar y muchos otros que no, por lo tanto, tener tal sentido de realidad es clave; reafirmar los puntos en que se puede tener control puede ayudar a bajar los niveles de ansiedad, por ejemplo, manejo de una agenda diaria, semanal o mensual; distinguir lo importante de lo urgente; apoyarse en herramientas tecnológicas como agenda, gestión de redes sociales; y plataformas de proyectos colaborativos, entre otras”.