Ante el aumento de los diagnósticos de cáncer en etapas más avanzadas, como efecto de la pandemia, académico de la Universidad San Sebastián explica los desafíos de las enfermedades oncológicas en el sistema de salud y el rol de la enfermería.
Durante la pandemia por Covid-19, los centros hospitalarios debieron focalizar sus servicios a la atención de los afectados por el virus, lo que significó suspender o reducir cientos de cirugías programadas, exámenes, procedimientos y consultas médicas. En Chile, los tiempos de espera para cirugía no AUGE aumentaron 75%, alcanzando los casi dos años de espera, según un estudio del Instituto de Políticas Públicas de Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS).
De la misma manera, los pacientes oncológicos se vieron afectados por la pandemia en cuanto a la tardanza en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento del cáncer. Un estudio del Hospital Clínico de la Fuerza Aérea de Chile detectó una marcada disminución en prestaciones y consultas oncológicas, entre el período de marzo-agosto de 2019 y marzo-agosto 2020.
Según el estudio, las imágenes para pesquisa, diagnóstico y seguimiento de patologías oncológicas disminuyeron un 51%, mientras que las biopsias registraron una baja del 60% y los tratamientos de quimioterapia, radioterapia y cirugías oncológicas se redujeron en un 69%. Mas aún, las consultas oncológicas registraron una disminución del 83%.
“Todavía no hay certeza de cuántos pacientes no se diagnosticaron y trataron a tiempo, pero ya sabemos que se dejaron de hacer endoscopías, colonoscopías, mamografías. Todo eso también influyó en el desarrollo de la enfermedad oncológica y el avance de algunos tipos de cáncer”, explica el Dr. Jorge Balladares, especialista en enfermería oncológica y coordinador académico del Diplomado en Cuidados de Enfermería del Paciente Oncológico de la Universidad San Sebastián.
En este contexto, los escenarios respecto a las enfermedades oncológicas en Chile se han ido reconfigurando, en un país donde el cáncer ya se ha vuelto la primera causa de muerte, por sobre las enfermedades del sistema circulatorio. Entre 2021 y 2022 se ha vivido una transformación en las necesidades de cuidado de los pacientes oncológicos, que sin duda plantea desafíos para el sistema de salud.
Desafíos para el tratamiento del cáncer
Uno de los nuevos escenarios para enfrentar esta situación es la Ley Nacional del Cáncer 21.258, que lo convierte en una patología de notificación obligatoria, mejorando la calidad de la información sobre los diagnósticos y tratamientos. “La nueva Ley del Cáncer incentiva a que el cáncer sea tratado como una enfermedad mucho más compleja, lo que implica que se deba destinar fondos para la formación y desarrollo de capital humano avanzado, tanto en el área médica como en las otras profesiones ligadas a la atención del paciente oncológico” indica Balladares.
Adicionalmente, la nueva Ley 21.375 de Cuidados Paliativos Universales, viene a consagrar el acceso a los cuidados paliativos como un derecho universal a todas las personas que padecen enfermedades graves y terminales, especialmente relevante en el escenario sanitario actual, donde la consecuencia del diagnóstico y tratamiento tardío ha sido el incremento del tratamiento paliativo del cáncer.
Para responder a estas nuevas necesidades del sistema, han surgido programas académicos con el fin de formar a profesionales en una línea oncológica, dirigidos a las diferentes especialidades que deben conformar los equipos multidisciplinarios que trabajan en el tratamiento del cáncer (kinesiólogos, nutricionistas, fonoaudiólogos, odontólogos, etc.).
“La Universidad San Sebastián se ha hecho cargo de este desafío creando programas de educación continua como el Diplomado en Cuidados de Enfermería del Paciente Oncológico, la Especialidad en Enfermería Oncológica, además de programas académicos profesionalizantes como el Magíster en Enfermería de Práctica Avanzada en Oncología, señala Pilar Espinoza, directora de Postgrado de la Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud USS. “Además del Diplomado en Farmacia Oncológica, que imparte la Facultad de Medicina y Ciencia”.
El rol de la enfermería
Como resultado de la pandemia, “se está generando un aumento de pacientes diagnosticados en una etapa más avanzada, lo que va a traer como consecuencia que van a necesitar un tratamiento más paliativo que curativo”. En ese contexto, las enfermeras juegan un rol fundamental, pues cumplen una función coordinadora entre los equipos multidisciplinarios que están a cargo de los pacientes de cáncer. “La enfermera tiene que ser capaz de guiar y orientar al paciente y revisar algunas situaciones puntuales que este tenga”, señala el académico.
Sin embargo, advierte el Dr. Balladares, se necesita derribar algunos mitos en torno al cáncer. “Cuando el paciente escucha la palabra cáncer, piensa de inmediato que se va a morir. Pero no necesariamente es así, por muchos factores: depende del tipo de tumor, del lugar en que se ubique y de qué tan diseminado esté. Hay tumores que son mucho más agresivos que otros. Entonces, al diagnosticarse tardíamente, la esperanza de vida es menor; pero si se diagnostica en una etapa temprana, es probable que el paciente se cure”, asegura.
Por ello, señala que también es importante un rol más activo de las enfermeras en prevención, que guíen a los pacientes a realizar sus exámenes para poder identificar factores de riesgo, analizarlos y “con eso poder prevenir que aparezca esta enfermedad o encontrarla en etapas muy iniciales”.