Las expectativas en economía pueden ser positivas o negativas, y afectan las decisiones de consumo, ahorro e inversión que pueden tener los agentes económicos.
En economía, siempre se habla de las expectativas, que corresponden a aquellas creencias que tienen los distintos agentes económicos (familias, empresas y Estado) sobre las variables económicas como el nivel de precios, desempleo y crecimiento, entre las más relevantes. Las expectativas pueden ser positivas o negativas, y afectan las decisiones de consumo, ahorro e inversión que pueden tener los agentes económicos. Periodos de incertidumbre como el que vivimos generan pesimismo en los agentes.
Por ejemplo, en las familias, la disminución en sus ingresos o el miedo a perder su fuente laboral, restringen el consumo presente y postergan decisiones de inversión como la compra o renovación del vehículo de la familia.
Estas decisiones, que son individuales, generan un efecto mayor cuando se analizan a nivel macro, pues el menor consumo de las familias afecta los ingresos de las empresas: éstas deben restringir aún más sus costos, desvinculando a trabajadores cuando no son capaces de mantener el pago de sus remuneraciones. Lo anterior afecta el desempleo, que se hace mayor, y así los indicadores de actividad económica seguirán empeorando.
Por ello, indicadores de actividad económica como el Imacec, entregan alertas que pueden ser positivas, cuando tenemos crecimiento, pero también negativas, como han sido los indicadores de abril y mayo (-14,1 % y -15,3 % respectivamente). Y claramente estas cifras asustan a los agentes, quienes posponen toda decisión que pueda dinamizar el consumo o la inversión, empeorando de alguna forma la situación general de la economía. Como dice Murphy, si algo puede salir mal, saldrá mal.
Karin Bravo Fray
Directora de Postgrados y Desarrollo Profesional
Universidad San Sebastián, sede Concepción