Cuando llega septiembre, Chile se llena de color, música y sabor, porque las fiestas patrias están a la vuelta de la esquina. Es una época en que todo el país se pone sus mejores vestimentas y nos gusta celebrar a lo grande. No faltan las empanadas, el asado jugoso, ni la cueca bien zapateada. Es el momento de sacar el pañuelo, levantar la copa de chicha y disfrutar al ritmo de nuestras tradiciones.
Por eso, en esta oportunidad, quisimos preguntarle datos curiosos de nuestras fiestas patrias a la destacada doctora en historia, Cecilia Morán y directora del programa Magíster en Pensamiento Político USS, para que nos cuente ciertos antecedentes que probablemente muchas personas no saben sobre estas fechas.
Los santiaguinos en el siglo XIX celebraban las fiestas patrias en la llamada pampa, un lugar que se ubica en la cañada, que es lo que actualmente conocemos como la Alameda. Los preparativos comenzaron el día 18 en la tarde cuando los fonderos se dirigieron a ese lugar y comenzaron a armar las fondas. Al día siguiente llegaban sus familias en caballos y carretas a armar sus ramadas. En fondas y en ramadas se podía apreciar a toda la sociedad santiaguina, donde se juntaban los ricos y los pobres a comer empanadas, motes con huesillos, tortillas y ponche al ritmo de la cueca que entonaban con temáticas que hacían alusión al amor, a la vida cotidiana, a la familia, a los engaños y desengaños.
El presidente de la República era parte el a celebración y el día 19 después del cañonazo de las 12:00 hrs. partía a la pampa a dar revista a las tropas. Todos celebraban brindando por el presidente y luego comenzaba un simulacro de enfrentamiento por parte de las tropas a las que recientemente se les había dado revista.
Entre las fiestas patrias que hemos celebrado en el país a lo largo de nuestra historia, la de 1910 fue una de las más grandes. Se empezó a preparar a principios de ese año, en aquel entonces, se invitaron a delegaciones de América y de Europa a participar en septiembre de nuestras fiestas. Además, se inauguraron diversos monumentos, obras, el Palacio de Bellas Artes, la Estación Mapocho, monumentos donados por colonias extranjeras, se inauguró el sistema de alcantarillado en Santiago, las nuevas luminarias, es decir, la ciudad se preparó para celebrar en septiembre como correspondencia.
Sin embargo, pasaron algunas tragedias. El presidente Pedro Montt, que había sido muy criticado por el gasto económico de estas celebraciones, existiendo en esa época una clase popular muy desposeída, falleció en Alemania producto de un infarto. Su sucesor fue Elías Fernández Alabano pero al poco tiempo también falleció. El candidato de consenso fue Ramón Barros Luco. Las celebraciones finalmente se llevaron a cabo entre el 12 y el 30 de septiembre, llegaron delegaciones de distintas partes del mundo, se organizaron cenas, exposiciones arte y exposiciones de nuestra industria y de todo aquello que nos enorgullecía de ser chilenos.
La idea de crisis siempre estuvo presente en estas celebraciones, un ejemplo es la publicación de Alejandro Venegas, un profesor y escritor chileno también conocido por su seudónimo Dr. J. Valdés Cange quien escribió “Sinceridad Chile íntimo 1910” el cual deja muy clara la idea de crisis que se vive en ese momento.