La propuesta de aumentar en un punto porcentual el IVA perjudicaría a quienes hoy tienen menos recursos o han sido afectados por las consecuencias económicas de la pandemia. Eso porque aumentaría el costo de vida y limitaría su capacidad para ahorrar y pagar sus deudas.
Buscar una solución a las bajas pensiones resulta crucial para el mundo político. Propuestas hay varias, una de ellas es del centro de estudios Horizontal, que propuso aumentar de un 19 a un 20% el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Este aumento pasaría a denominarse Valor Previsional Agregado (VPA) e iría en directo beneficio de las personas ubicadas en los primeros cuatro quintiles.
Pero como toda propuesta, ésta debe ser analizada. Más aún, si nos encontramos ante una de las mayores crisis económicas que ha tenido nuestro país. Por tanto, urge considerar los efectos que tendría en el consumo de las familias chilenas, sobre todo en las más vulnerables, y en las arcas fiscales, donde el IVA representó en 2019 el 47% de los ingresos de la nación.
“La ventaja de considerar el consumo es que todos lo hacemos: hombres, mujeres, jóvenes, ricos y pobres, pues se trata de un impuesto que está casi en la generalidad de los productos y servicios que utilizamos en el diario vivir”, argumentó la directora de Postgrados de la Universidad San Sebastián sede Concepción, Karin Bravo. Sin embargo, la académica agregó que la medida puede tener muchos detractores, ya que afectaría en mayor medida a las personas con bajos ingresos.
Medida y efectos en el bolsillo
La medida en sí apunta a que el incremento del 1%, denominado VPA, se transforme en un aporte directo, aunque limitado, a las cuentas individuales de los afiliados. La propuesta sugiere que, en cada venta del comercio, quede un registro del RUN de la persona que compra y que el mencionado porcentaje vaya a su cuenta de cotización individual, con un tope de $20 mil mensuales y con una bonificación según el quintil. De superar el mencionado monto, ingresaría a las arcas fiscales.
“El aumento de un impuesto al consumo encarece el costo de vida de las personas. Difícilmente alguien dejará de consumir un producto porque aumentó de valor como los alimentos, servicios básicos, vestuario o combustible. Lo más probable es que el nivel de consumo se mantenga, aumentando el costo para las familias y disminuyendo el ingreso disponible para el ahorro y pago de otros compromisos”, sostuvo la académica.
En esa misma línea, Karin Bravo afirmó que el IVA es un impuesto regresivo, es decir, que afecta más a los sectores con menos ingresos, ya que parte de estos deben destinarlo a pagar el impuesto. “En general, todos los impuestos al consumo tienen ese efecto regresivo. Por ello, en más de alguna ocasión, han surgido propuestas de establecer un IVA diferenciado, ya sea a las personas o a productos específicos como el tabaco o el alcohol”, explicó la académica USS.
Otra propuesta
En Japón se han realizado medidas similares desde hace seis años, donde de manera paulatina se ha duplicado el Impuesto al Valor Agregado, pasando de un 5% en 2014 a un 10% en 2019. “Este aumento tiene como objeto costear la deuda que genera el envejecimiento de la población en sus sistemas públicos de salud y pensiones. También, para apoyar a las jubilaciones más bajas y a obras públicas como guarderías”, dijo Karin Bravo.
Entonces, si países como el mencionado pueden sostener su gasto público con un IVA menor, ¿por qué no se puede reducir el IVA al 18% y el restante 1% utilizarlo para fines previsionales, como también propone Horizontal? “Esta opción podría ser que genere menos efectos en los consumidores, pero igualmente es difícil porque la deuda pública ha aumentado en los últimos años y más todavía con la pandemia. Habría que ver si está disponible el gobierno para disminuir la recaudación y ver con qué otro tributo o ingreso lo compensaría”, sentenció.