El cultivo de arándanos está de moda y es requerido por innumerables consumidores alrededor del mundo. Esto ha impulsado la incorporación de tecnología en los campos, como la óptica de espectrometría, para medir el estado de esta fruta in situ de forma permanente para conocer el momento óptimo de la cosecha. Y aunque el paro de los camioneros amenazó los procesos logísticos justo al inicio de la nueva temporada, esta industria es resiliente y seguirá mejorando todos sus procesos.
No cabe duda de que Chile es uno de los países que cuenta con un prestigioso renombre a nivel internacional en cuanto a su producción y exportación agrícola. La fruta fresca es nuestra estrella, porque según el último informe de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), lidera las exportaciones silvoagropecuarias al representar el 33 por ciento del total, seguida por celulosa (16%), maderas (15%), vinos y carnes (ambos en un 8%).
Con los años, el cuidadoso trabajo efectuado en los predios dedicados al cultivo de la fruta fresca ha logrado posicionarnos en los países donde las demandas de los consumidores son cada vez más altas y sofisticadas, incrementando las exigencias tanto en la calidad de la fruta, como en el que el proceso de producción sea ecológicamente responsable y trazable.
Este reconocimiento internacional, no obstante, ha sido amenazado justo en el inicio de la temporada de cosecha, selección, enfriamiento y embarque por el corte de rutas en el contexto del paro de los camioneros que se resolvió la noche del lunes 28. “Hoy los frigoríficos se encuentran copados, sin posibilidades de almacenar más frutas y, por lo mismo, la industria no cuenta con la capacidad de carga para los buques, así como la forma de llegar a ellos”, advirtieron desde Asociación de Exportadores de Frutas de Chile (Asoex).
Sin embargo, los graves perjuicios ocasionados con el corte de rutas, la industria frutícola nacional es resiliente y está en un proceso de sofisticación en todos sus eslabones para mejorar aún más el estándar de calidad desde las plantaciones, encontrando en la tecnología un aliado importante.
Un nuevo método es el uso de la óptica de espectrometría para evitar realizar procedimientos convencionales de laboratorio, que implican técnicas destructivas de la fruta y tardan en entregar un resultado.
Según Paula Vargas, ingeniera agrónoma, investigadora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y estudiante del Magíster en Data Science de la Universidad San Sebastián (USS), “la inserción de la tecnología es cada vez más accesible en términos de inversión y pareciera ser la respuesta ante los desafíos del sector frutícola de exportación”.
Desarrollar e implementar nuevas herramientas tecnológicas contribuye a fomentar el desarrollo de una agricultura sostenible y más productiva, pues ayuda no solo a diagnosticar y entender los cultivos desde la interacción de la planta con el medio, sino que también a amortiguar el daño medioambiental, ajustando las medidas tanto de fertilización como de uso de agua eficiente.
Cámaras térmicas, espectrorradiómetros, RGB para diagnosticar síntomas del cultivo, imágenes satelitales que funcionan como un escáner que permite ver dónde está el problema y orientar al productor a atender la dolencia de su campo, son solo algunas innovaciones en el rubro.
Al respecto, Paula Vargas comenta que “la tecnología nos permite ver con precisión las necesidades que tiene el cultivo; podemos diagnosticar la fertilidad del suelo y el estado de la planta para generar reportes de forma automática que le lleguen al teléfono del productor para que pueda ver qué medidas tomar de manera correcta y anticipada. Es decir, hoy se puede evaluar con anterioridad qué plantas poner y cuáles no en ciertos lugares, haciendo eficientes la inversión, el uso de suelo y agua”.
Lo anterior es posible hacerlo sin utilizar más recursos, así como tampoco afectar la utilidad de los productores, puesto que los implementos tecnológicos están cada vez más accesibles. “Todo esto es muy relevante. Sin ir más lejos, si no hay una actualización, el castigo de los mercados internacionales puede ser de hasta un 40 por ciento con respecto a otros países más tecnificados”, enfatiza la agrónoma.
La producción de arándanos se convirtió en un atractivo comercial para la exportación y su demanda a nivel internacional, lo que está dando origen a nuevos competidores, obligando a los productores chilenos a intervenir de forma rápida e innovadora con la ayuda de las Tecnologías de la información y comunicación (TIC) aplicadas a la agricultura digital, que permitan mantener el liderazgo del país como exportador de arándanos del hemisferio sur.
En el rubro de los arándanos es donde Paula Vargas se ha especializado los últimos cuatro años y en los que ha desarrollado su tesis este último año y medio. La especialista USS explica que “los métodos tradicionales utilizados en Chile para realizar estimaciones de rendimiento son erráticos, llegando a tener una alta variabilidad (±50%), porque se hace mediante un conteo periódico de los parámetros de rendimiento, lo que, por un tema de tiempo y disponibilidad de recursos, no logra ser un “n” muestral que permita considerar la variabilidad espacial existente en el campo, englobando todos los factores que afectan la relación suelo-planta-agua-clima, dando como resultado una cantidad de fruta incierta y de calidad desconocida”.
A partir de esto, en conjunto con INIA y Hortifrut S.A., han tratado de darle soluciones no solos a la empresa, si no que, a toda la cadena de producción, investigando sistemas de monitoreo no destructivo a través de óptica de espectrometría y tecnológica (OST- SMART) para el control y gestión de la variabilidad espacial de la producción y calidad en arándanos.
La investigadora USS detalla que con la incorporación de esta tecnología querían evaluar el punto óptimo de cosecha y el fruto sin necesidad de destruirlos y, así, contar con una gran cantidad de muestras que sea representativa en el destino de la comercialización.
De hecho, este sistema tiene la capacidad de hacer seguimiento desde el día uno, cuando el fruto empieza a ganar color dentro del árbol, hasta saber el momento exacto de la cosecha. Por otro lado, es posible evaluar un gran número de muestras en un limitado espacio de tiempo, lo que es un indicador clave, porque cuando llegan a destino, sea a Asia o a Europa, se hacen descartes por sobremadurez o porque dañan a otras frutas. De este modo, la trazabilidad del arándano es mucho más precisa, eficiente y representativa que hace solo un par de años atrás.
Ante los beneficios que trae consigo el uso de herramientas tecnológicas en el cultivo de arándanos, el país enfrenta enormes desafíos de manera transversal. Los puntos claves para acelerar el crecimiento del país van a depender de la innovación y del desarrollo tecnológico como fuentes de crecimiento de la productividad y competitividad, a nivel empresarial y nacional. Esto requiere del trabajo colaborativo de diferentes entidades, tanto públicas como privadas, universidades y grandes empresas.
Respecto de los desafíos que impone el agro a la academia, Paula Vargas explica que “hacer una actualización de las mallas curriculares de las universidades me parece primordial, porque ya nos pasa que desde el mundo agrícola muchas generaciones pasadas ya están obsoletas en usos de tecnología. Hoy, la agricultura es un trabajo multidisciplinario donde ingenieros ambientales, empresas desarrolladoras de softwares, sociólogos, entre muchos otros, son parte esencial del trabajo. Esto habilita ampliar a otras carreras y generar nuevas fuentes de trabajo”.
Por otro lado, para poder lograr la exigencia internacional que hoy se está requiriendo, es necesario no solo que el usuario se vaya adaptando a las tecnologías, muchas veces reticente a los cambios, si no que, desde políticas gubernamentales y empresariales, ampliar las inversiones en tecnología para el habilitamiento y uso eficiente de los recursos.
“Hoy día, por ejemplo, estamos investigando en el mismo INIA sobre plagas y enfermedades, para identificar la plaga y no usar pesticidas o poder evitarlos lo más posible. Esto anticipa, se cuida la napa, se evita el efecto invernadero, entre otras cosas”, concluye Vargas.
Publicación diario La Tercera.