Si el constante cambio nos pone a prueba, el 2021 será un año en que nuestra capacidad de adaptación a lo bueno y lo malo nos obligará a ver el grado de integración de los niveles personal, grupal-interpersonal e institucional.
Toda persona que se encuentra desarrollando un proyecto personal, emprendimiento o que se emplea en alguna organización, independiente del tamaño del negocio, empresa o institución en la que esté involucrado, debe enfrentar nuevos y cambiantes escenarios como una constante, sobre todo en estos últimos 15 meses.
Lo anterior no es novedad, la constante del cambio es una idea que se destaca desde los tiempos de Heráclito, y que se escucha hace décadas en academia, economía, política y cada vez en ciclos más cortos en la tecnología. Sin embargo, parece existir un consenso en que los ingredientes del cambio que estamos viviendo en estos ámbitos marcarán una época o, como otros sugieren, inician la identidad del actual siglo.
Complementario a lo recién señalado, tales escenarios y circunstancias serán mejor o peor sorteados dependiendo de distintos elementos que rodean a una persona, donde no se pueden desconocer su red de soporte, capacidad de leer el entorno, conocimientos, habilidades y actitudes, entre otros, pero que muchas veces nos cuesta mirar de forma integrada.
Así como podemos adaptarnos a las circunstancias negativas, también el ser humano se adapta a las circunstancias positivas, muchas veces incluso con mayor velocidad que a las adversas.
Adaptación hedonista
Como seres humanos tenemos de base capacidad de adaptarnos a distintas circunstancias; cuando estas son negativas, podemos desplegar distintos tipos de recursos que nos permiten sobrellevar estas situaciones amenazantes o complejas desde un plano personal como también dentro de lo relacional o al alero de una comunidad, institución u organización, para salir airosos.
Así como podemos adaptarnos a las circunstancias negativas, también el ser humano se adapta a las circunstancias positivas, muchas veces incluso con mayor velocidad que a las adversas, en un fenómeno que se conoce como adaptación hedonista. Tal adaptación es un concepto acuñado por Philip Brickman y Donald Campbell y ha sido estudiado por décadas en distintas sociedades, donde se perciben como evidentes o de poco valor situaciones o circunstancias que no necesariamente deben darse por sentadas o que generaron un grado de bienestar en el pasado, pero no lo hacen en el presente.
La adaptación hedonista es mucho más frecuente cuando los elementos asociados al bienestar están vinculados a elementos económicos, acceso a servicios, adquisición de un bien o elementos que se puedan considerar propios de las circunstancias personales. Sonja Lyubomirsky, referente en temas de bienestar vinculados a la Psicología Positiva, postula que el 10% del bienestar percibido por una persona está dado por las circunstancias, mientras que el restante es 50% por su carga genética y el 40% está asociado a las acciones deliberadas que una persona puede realizar para experimentarlo.
2021 será un año en que nuestra capacidad de adaptación a lo bueno y lo malo nos obligará a la integración de lo personal, grupal-interpersonal e institucional.
Integración de tres niveles
Pareciera ser, entonces, que esta capacidad de adaptación estaría dada por una orientación más individualista que colectivista. Una discusión que se ha generado también por los argumentos a favor y en contra sobre qué tipos de países y culturas predominantes han sobrellevado de mejor forma la pandemia. Sin embargo, pensar en estas dualidades nos resta capacidad de integrar al menos tres niveles que nos entrega la disciplina del comportamiento organizacional: la persona con sus características biográficas, valores, intereses, historia y estilos de trabajo; complementado esto por lo interpersonal, dado por su equipo, líder o identidad del grupo en el que la persona participa, y la capacidad de vinculación con la institución, un establecimiento, empresa, comunidad o sociedad.
Si el constante cambio nos pone a prueba y la capacidad de adaptarnos nos permitió cerrar el año 2019 y transformarnos el 2020, el 2021 será un año en que nuestra capacidad de adaptación a lo bueno y lo malo nos obligará a ver el grado de integración de estos niveles desde lo personal, grupal-interpersonal e institucional.
Felipe Parra Muñoz
Académico de la Facultad de Psicología y director del Diplomado en Selección y Evaluación de Potencial
Universidad San Sebastián