Los equipos de salud mental son vitales, dado que tienen la gran tarea de brindar la atención, no sólo de manera curativa, sino que también preventiva.
Actualmente, nos encontramos transitando por una senda pedregosa en las diferentes áreas de la vida, producto de una emergencia sanitaria que ha trascendido hacia lo social, económico y humano, puesto que ha removido parte importante de lo que éramos en nuestros mundos cotidianos, los cuales se vivían desde las certezas, la individualidad y la inmediatez.
Sin embargo, esta emergencia nos trajo nuevos imaginarios sociales, por lo que, desde las certezas, pasamos a la incertidumbre; desde la individualidad a lo colectivo y de la inmediatez hacia un tiempo de espera, lo que nos permite revalorarizar todos aquellos aspectos trascendentes y humanos.
Hoy, la salud mental adquiere una mayor connotación como campo de acción interdisciplinar, donde los espacios de reflexión desde las distintas áreas y sus aportes en cuanto a lo que cada una puede hacer en materia de atención, están siendo demandados por las diversas necesidades que se van presentando.
La consideración de los determinantes sociales en salud permite una mayor comprensión sobre las patologías mentales, dado que incluye factores que van más allá de lo clínico.
Si bien, ha existido un reconocimiento e insistencia por parte de expertos en el área en cuanto a la necesidad de contar con una ley de salud mental y aumentar el presupuesto asignado al área, debido a que un 2,4% resulta ser insuficiente para atender las altas tasas de enfermedades mentales que tiene nuestro país, su discusión toma importante relevancia en virtud del escenario actual impuesto por la pandemia.
Organismos internacionales como la OMS reconocen “un aumento a largo plazo del número y la severidad de los problemas de salud mental”. En este sentido, los equipos de salud son vitales, dado que tienen la gran tarea de brindar la atención, no sólo de manera curativa, sino que también preventiva; donde la complementariedad de lo clínico con lo social hacen plausible la capacidad de brindar respuestas más integrales a la población.
De esta manera, la consideración de los determinantes sociales en salud permite una mayor comprensión sobre las patologías mentales, dado que incluye factores que van más allá de lo clínico. Por último, se debe reconocer la importancia en la articulación de los diferentes niveles de atención para dar continuidad a los procesos, los cuales, sumados a liderazgos propositivos y centrados en las personas, permitirá direccionarnos hacia una atención más efectiva y humanizada.
Loreto Pérez Solís
Directora Programa de Trabajo Social Advance
Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia