Empleo, precios y actividad económica han visto las consecuencias, primero de la crisis social en el país, y ahora de la pandemia, que ha generado peores efectos en los ingresos de las personas y empresas.
Las recientes cifras difundidas respecto al crecimiento económico de nuestro país dan cuenta de un escenario complicado que se mantendrá al menos durante este año 2020. El daño económico lo observamos ya desde octubre de 2019 cuando nos vimos enfrentados a los efectos del cierre de muchas empresas y comercio, producto del estallido social, y lamentablemente cuando se estaba retomando algo la normalidad en el primer trimestre de este año se volvió a alterar dicho despegue económico.
El efecto económico que se está generando producto de esta pandemia sin duda ha sido mucho mayor que el daño generado por el estallido social. Esto, porque en esta oportunidad, además del cierre de una parte de las empresas, las medidas sanitarias restrictivas que se han tenido que establecer en gran parte del país han limitado el libre tránsito de las personas, y han ralentizado la actividad económica minorista que genera gran parte del empleo en nuestro país.
Empresas formales, así como otros empleos informales se han visto obligados a detenerse, con el consiguiente efecto en sus ingresos mensuales.
Las medidas sanitarias restrictivas que se han tenido que establecer en gran parte del país han limitado el libre tránsito de las personas, y han ralentizado la actividad económica minorista.
Desempleo y precios
Uno de los primeros indicadores que comenzó a mostrar los efectos de la crisis social fue el desempleo, cuando la industria y comercio se vieron obligados a mantener sus puertas cerradas por semanas, alterando el comportamiento de compra de los consumidores. Lo anterior comenzó a afectar a las empresas, que, como una de sus primeras medidas para disminuir la carga de gastos del mes, toman como opción desvincular al personal cuando no pueden vender sus productos ni ofrecer sus servicios. En la región del Biobío, la tasa de desempleo en cada trimestre móvil ha ido aumentando, habiendo sido un 6,9% en el trimestre móvil septiembre-noviembre 2019, que ya incluye los efectos del estallido social, y llegando a un 8,6% para el trimestre móvil febrero-abril 2020, que considera gran parte del efecto del Covid-19.
Por el lado de los precios, los efectos han sido diversos, con un alza importante en octubre de 2019 cuando se tuvo una variación del IPC del 0,8%, bajando en los meses siguientes y volviendo a subir en el primer trimestre de 2020. Estas variaciones van a depender principalmente de las condiciones de escasez que se produzcan en algunos productos y servicios, lo que tiende a hacer subir los precios, aunque igualmente nos encontramos con otros bienes que, dada la disminución de las ventas, han bajado sus precios, generando el efecto contrario en el indicador del IPC.
Junio partió con una inquietante noticia para las autoridades del país, cuando se comunicó que el Imacec de abril fue de -14,1%
Por último, el más preocupante difundido recientemente, es el indicador de actividad económica, que, contra todo pronóstico y si bien se sabía que sería negativo, ningún economista apostó a la magnitud que tendría. Y es que junio partió con una inquietante noticia para las autoridades del país, cuando se comunicó que el Imacec de abril fue de -14,1%, cifra que se indica es la más baja desde que se lleva esta estadística.
¿Qué es el Imacec?
El Banco Central define el Imacec, o Índice Mensual de Actividad Económica, como una estimación que resume la actividad de los distintos sectores de la economía en un determinado mes, a precios del año anterior; su variación interanual constituye una aproximación de la evolución del PIB.
Este indicador actúa como un termómetro del crecimiento del país, y antes del estallido social, salvo contadas excepciones, se ha tratado siempre de un crecimiento positivo mensualmente. Además, el Imacec se desglosa en actividad minera y no minera, por la alta contribución que tiene esta actividad económica en nuestro país, para sacar el efecto que la minería pudiese tener en el indicador cuando su crecimiento es positivo.
La variación interanual del Imacec constituye una aproximación de la evolución del PIB.
Ya el año pasado, en octubre y noviembre se tuvo un Imacec negativo de -3,4% y -4%, respectivamente, cifras que se lograron revertir en diciembre, mes característico de alto consumo que permitió que la economía volviera a mostrar cifras positivas, subiendo tímidamente el crecimiento de un 0,8% en diciembre 2019 a un 3,3% en febrero de 2020.
Para desgracia de nuestra economía, en marzo se desencadenó la crisis sanitaria más grave que le ha tocado vivir a nuestro país, cuyos efectos recién se están manifestando desde el punto de vista económico.
El Imacec no minero para abril fue de -15,5% lo que refleja el impacto negativo en los sectores de comercio y servicios. Empresas del rubro transporte, restaurantes y hotelería han visto un periodo 2020 negro en cuanto a ingresos, y las proyecciones para el segundo y tercer trimestre del año se ven igual de negativas o peores. Dada la magnitud que están alcanzando el contagio y sus efectos, se espera que recién sea en la primavera, en el último trimestre del año 2020, el periodo que traiga mejores expectativas de recuperación para todos estos sectores desfavorecidos con la pandemia y para la economía en general.
Karin Bravo Fray
Directora de Postgrados y Desarrollo Profesional
Universidad San Sebastián
Vea el artículo en Diario Concepción