Los académicos Ximena Rojas y Manuel Cuevas analizan desde la psicología la dinámica de las aulas de clases, y en esta oportunidad revisamos los desafíos que es tener un estudiante con Síndrome de Down.
Hoy se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down, fecha designada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para crear y aumentar conciencia pública sobre la temática.
En este contexto, desde el Diplomado en Psicología Educacional: Teoría e Intervención Grupal en Ámbito Educacional, su directora y coordinador: Ximena Rojas y Manuel Cuevas, reflexionan sobre la importancia de este día y los desafíos futuros desde la docencia.
“El aumento de la jornada escolar ha relevado la importancia de los docentes en la formación de los niños y jóvenes, siendo los profesores quienes asumen el protagonismo a la hora de abordar los conflictos propios del encuentro entre generaciones. A lo anterior se suma que los padres ahora están ausentes o temen ejercer la autoridad, actuando como un hermano mayor o amigo de sus hijos, evitando en lo posible cualquier situación de malestar, limitando su crecimiento, o actuando de manera autoritaria, o siendo negligente en el cuidado”.
“Un docente, en el trato con un estudiante con Síndrome de Down, debe tomar conciencia de los estereotipos y estigmas atribuibles a su condición. Lo primero es reconocer los límites del diagnóstico: se trata de una condición genética con correlato en la salud física, no con correlato directo en su proceso de aprendizaje. Así, es el vínculo pedagógico donde se juegan las expectativas al respecto. Vinculo no exento de presiones de rendimiento en las escuelas, por lo que también es necesario repensar nuestras ideas sobre qué es aprender”.
“Por otra parte, es importante reconocer que en el aula la heterogeneidad ha existido siempre. Otra cosa es la pretensión de que todos aprendan lo mismo de la misma manera. Para ello, prestar atención a las dinámicas de aprendizaje como los talleres o el trabajo por proyectos, es muy relevante. Están conformados por diferentes de edades, ritmos de aprendizaje, herramientas de trabajo propias de su tarea, diferencias en los niveles de conocimiento y destrezas. Sus participantes están reunidos por una motivación intrínseca respecto de la tarea. Y Los docentes a cargo trabajan a partir de estas diferencias e intereses.”
“Al tener un estudiante con Síndrome de Down, el docente y la escuela están llamados a abordar la interacción de los estudiantes y sus diferencias, e incidir tanto en su familia como en el entorno social, a fin de posibilitar la libertad y ejercicio de su autonomía. Esto tiene que ver con la tarea de la escuela, humanizarnos, y en ello el respeto —mirar dos veces—, a fin de posibilitar aperturas que permitan a cada estudiante narrarse en cuanto a sus deseos y aspiraciones, más allá y a pesar de diagnósticos medicalizantes de la vida humana”.
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